París no solo dio la bienvenida a la moda esta temporada. La transformó. En las pasarelas, entre bastidores y aceras de los lugares más emblemáticos, la Semana de la Moda Primavera/Verano 2026 pintó una visión multifacética, cambiante, a veces contradictoria, pero siempre vibrante. En un contexto marcado por la llegada de nuevos directores artísticos al frente de históricas casas de moda, esta edición confirmó que París sigue siendo el centro neurálgico de la creatividad global. Lo que allí sucede nunca se queda dentro de sus muros: rebosa, infunde, inspira.
Una temporada marcada por la renovación creativa
Si algo destaca esta temporada, son los vientos de cambio que soplan en las grandes casas de moda. Jonathan Anderson, de Dior, ha dado un giro radical, incorporando su precisa interpretación de la prenda escultural a la línea femenina, más sensorial que nunca.
En Chanel, Matthieu Blazy tomó las riendas con un delicado equilibrio entre la herencia de la alta costura y un enfoque contemporáneo. Balenciaga vio la llegada de Pierpaolo Piccioli, quien infundió un romanticismo estructurado y delicado con el rigor post-street que había caracterizado previamente a la casa. Loewe, por su parte, continuó avanzando bajo el liderazgo del dúo McCollough/Hernandez, con siluetas refinadas pero expresivas.
Este juego de sillas musicales creativo ha permitido a algunas casas de moda reposicionarse y crear nuevas expectativas. No se trata tanto de una ruptura como de una recomposición. La moda parisina juega con sus códigos, los deconstruye, los revisa. Lo que parecía escrito se está reescribiendo.
Una sensualidad asumida y texturizada
En las pasarelas, la silueta se despliega, se revela y se envuelve sobre sí misma. El verano de 2026 no será de rigor minimalista, sino de movimiento. Los materiales flotan, acarician la piel y siguen la línea del cuerpo sin constreñirlo. La transparencia está presente, pero nunca es gratuita. Habla de la conexión entre la ropa y el cuerpo, entre la piel y el tejido.
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En Courrèges, los cortes futuristas se combinan con materiales técnicos, casi líquidos. Glenn Martens en Margiela ofrece una sensualidad más cruda, fusionada con referencias góticas y experimentales. Los volúmenes juegan con la exageración y la desenvoltura. Flecos, pliegues y drapeados esculpen el movimiento, ofreciendo un respiro a cada paso. Esta temporada, más que una silueta, es una sensación que emerge. La ropa está directamente conectada con el cuerpo, pero también con el entorno. Vibra, vive, se adapta.
Estampados liberados y texturas sin filtros
Una de las lecciones de esta edición es la audacia de las mezclas. Los estampados chocan, las texturas se superponen, los colores se rozan sin importar la neutralidad. Ya no hablamos de asociación, sino de interacción. Lunares, rayas, flores, efectos tie-dye, gráficos arquitectónicos: todo coexiste en un diálogo visual fluido que difumina las fronteras entre el buen gusto y el instinto.
En la calle, el estilo también sigue esta lógica de liberación. Los looks que se ven en las pasarelas son lúdicos, experimentales y, a menudo, muy personales. Juegan con volúmenes, materiales técnicos y accesorios oversize. Las prendas de sastrería se entrecruzan con elementos deportivos en conjuntos que buscan la actitud más que la coherencia. Este es el momento en que la moda baja de la pasarela para encarnarse en la ciudad, en la vida.
El compromiso en filigrana
Aunque no esté presente en todas partes, la sostenibilidad es una cuestión que siempre está presente. Stella McCartney la ha abordado de frente con creaciones recicladas diseñadas como objetos de arte para llevar. Otras casas exploran discretamente nuevas posibilidades en torno a nuevos materiales o procesos de ecodiseño. El enfoque no es uniforme, pero la dirección es clara: la moda ya no puede evitar pensar en su impacto . Este requisito, cada vez más integrado, está redefiniendo los criterios del lujo.
Esta dinámica también se refleja en las expectativas en torno a la calidad de la ropa. Telas nobles pero prácticas. Piezas fáciles de usar pero impecables. El cuidado de la apariencia se convierte en una forma de respeto por la prenda, prolongando su uso y vida útil. Y en este mundo, herramientas como los vaporizadores encuentran su lugar de forma natural. Invisibles, pero esenciales en probadores, sesiones de fotos y entre bastidores. Restauran la caída, el volumen y la frescura sin alterar el material. Un detalle para algunos, pero un reflejo profesional entre bastidores de la moda parisina.
Lo que realmente recordaremos
Esta edición Primavera/Verano 2026 no buscó sorprender ni brillar por sí sola. Buscó marcar hitos, abrir nuevos caminos, afirmar identidades. Demostró que la moda parisina sigue siendo multifacética, nunca estática, siempre buscando una forma de ser más que una forma de aparecer. Capturó el deseo de apropiación, movimiento y emoción. Y lo hizo con discreción, sin excesos, pero con una maestría única.