L'art d'alléger son placard sans regretter

El arte de aligerar tu armario sin remordimientos

Deshacerse de ropa no es algo fácil para todo el mundo. En el caso de los coleccionistas de prendas, significa desprenderse de un auténtico tesoro: un patrimonio emocional (buenos o malos recuerdos) y económico difícil, cuando no imposible, de reducir. De ahí la importancia de despejar el vestidor teniendo en cuenta una serie de factores propios de cada uno. La idea de dejar espacio en el armario debe formar parte de un enfoque positivo, de cara a adquirir una fuente innegable de bienestar en tu día a día. Estas son las mejores prácticas para empezar la tarea:

Fíjate un objetivo personal, realista y tranquilizador

Antes de que saques todo de tu armario y acabes con montones de ropa apilados en la cama sin saber qué hacer con ellos, tómate tu tiempo para fijar un objetivo previo realista. Empieza por preguntarte: ¿por qué de repente quiero o necesito ordenar mi armario? Esto suele coincidir con una variación en nuestra vida: una mudanza, un nuevo trabajo, una modificación en la forma del cuerpo, un cambio de estación, un cambio en el ámbito sentimental, etc.

Cada variación requiere una solución y un método distintos. Algunas personas se sentirán cómodas ordenando drásticamente, mientras que a otras les resultará más fácil hacerlo poco a poco, planificando etapas intermedias para conseguir despejar el armario sin remordimientos.

La falsa buena idea de poner orden con todo vacío

¡Ojo con este método! Es la mejor manera de lanzarse a comprar una vez vaciado el vestidor. Si necesitas poner orden antes de cambiar de trabajo, puedes fijarte un objetivo más concreto y alcanzable, por ejemplo. En realidad, tendrás que adaptar tu vestuario cotidiano a tu nuevo puesto (uniforme, colores neutros, etc.).

Así pues, la mejor respuesta a tus necesidades será hacer una sesión de pruebas para conservar las prendas con las que te sientas a gusto. Solo te queda elaborar una lista de las prendas que te falten en tu vestidor. Una vez hecha la selección, puedes programar una sesión de clasificación más adelante para deshacerte definitivamente de lo que te sobre.

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Entonces, ¿con qué me quedo?

¡No tiene por qué ser doloroso! La pregunta de si alguna vez te has puesto una prenda te arrastra a una dinámica de autorreproches (soy una compradora compulsiva, no sé comprar ropa, bla, bla, bla…). Y te sumes en la culpa. Así que te recomiendo que te hagas las preguntas correctas. Una vez definido tu objetivo, pregúntate si necesitas la prenda en tu vida actual y cuándo podrías ponértela. ¿Aún te queda bien? Preguntas relacionadas con la vida que llevas ahora. Así te animarás a tomar las decisiones adecuadas.

Cuando llegues a esas prendas que evocan recuerdos, las irremplazables, dedica una parte de tu vestidor (la menos visible por la mañana) o un hermoso baúl para guardarlas. Date un capricho, este día es una oportunidad para tomarte un descanso y valorar el presente. Pon música y disfruta.

Y si pusiera la ropa en circulación…

Por último, la mejor forma de no echar de menos tu ropa es darle una segunda vida. Hay muchas formas de hacerlo. Puedes donarla a organizaciones benéficas, venderla en Vinted, Wallapop o en webs para prendas de marcas de lujo, alquilarla, intercambiarla, reciclarla… y así regalarte un agradable sentimiento de solidaridad, imaginación y creatividad. Con el tiempo, y haciendo que la selección de prendas forme parte de tu rutina diaria, te darás cuenta de los beneficios de un vestidor sensato, que combine comodidad y sencillez. ¡Ahora todo depende de ti!

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